lunes, 1 de noviembre de 2010

LA MUERTE DE UN SUEÑO

Un hombre yacía en su cama, agonizando, esperando la muerte, al final de su vida…
Su sueño más grande vino a presentarle su último respeto al hombre que nunca lo usó.
Al entrar el sueño en el cuarto el hombre moribundo no pudo evitar mirar hacia abajo con vergüenza.

“¿Por qué no me hiciste realidad?”, le pregunto su sueño más grande.

“Porque tuve miedo”, le respondió el moribundo.

¿Miedo de qué?”, le confrontó el sueño.

“Tenía miedo de fallar”

“Pero no entiendo, ¿no fallaste al no intentar hacerme realidad?”, le preguntó el sueño.

“Por supuesto que fallé, pero siempre pensé que existía un mañana”.

“Tonto”, dijo el sueño. “¿Nunca se te ocurrió pensar que sólo existe el ahora, el momento en el que estás ahora? ¿Crees ahora que la muerte está cerca que puedes seguir posponiendo las cosas hasta mañana?”

“No”, dijo el hombre, mientras una pequeña lágrima rodaba por sus mejillas.
El sueño se conmovió ante el sufrimiento del hombre, porque el sueño sabía que existían dos tipos de dolores, el de la disciplina y el del arrepentimiento. Y mientras que el de la disciplina pesaba gramos, el del arrepentimiento pesaba toneladas,

El sueño entonces se inclinó suavemente sobre el moribundo y al tiempo que le limpiaba la lágrima del rostro, le dijo cariñosamente: “Solo necesitabas dar el primer paso y yo hubiera dado otro paso para acercarme a ti, porque lo único que nos separaba era la creencia en tu mente de que no podías tenerme y nada más”.

Entonces ambos se dijeron adiós y murieron en paz

AUTOR DESCONOCIDO